El síndrome del corazón cansado

 

perdón si estoy distante

es que me tomó de las astas

este síndrome que tanto trato de ocultar

que terminé por llamar

“síndrome del corazón cansado”

y se siente como una lección kármica no aprendida

cada vez que permito que de nuevo tumbe mi vida

y el carril que lleva todo eso con lo que sueño.

 

el síndrome del corazón cansado

me apaga toda la alegría

como una vela consumida

y me deja tirada en la cama

replanteándome si nada de esto

realmente vale mis penas,

todo me cuesta el doble estos días

hasta bombear la sangre a mi corazón

se vuelve una tarea manual

costosa de devolverme a la vida,

de ahí el nombre.                      

 

me interrumpe la vida

como un relámpago asusta la ciudad

luego de meses sin llover,

repentino, brusco, violento,

me pide a gritos que deje de fingir

que todo se encuentra más que bien,

me susurra como un monstruo

que se acuesta entre sábanas conmigo

que abandone de una vez esta pretensión que tengo

de creer que puedo controlarlo todo.

 

me despedaza los abrigos,

me deshilacha la calma

que guardo bajo las mangas

y me deja desnuda y tirada

como loba en plena madrugada

rendida bajo la luna,

congelada ante el miedo

a sabiendas de los tiros blancos

que la mancharán en la mañana.

 

eso es el síndrome del corazón cansado

darse un respiro de la positividad

y dejarse abatir por la crueldad

del mundo y sus planes.

 

es dejar de bailar

y curarse las rodillas,

es dejar de usar la sangre

como poes2ía

y beberla de nuevo

con todo y sus heridas abiertas

hasta que vuelvan a ser parte

del sistema.

 

es cerrar teatros,

aceptar la crisis,

es entender la tragedia

de los callejones del alma,

es desarmar el cuerpo

y vivir consciente del miedo

a fallar,

a permitir que aceche,

bajar un cambio,

hacerse amigo del terror diario

y quedarse a dormir en la estación

sin esperar ningún tren

que me arroje al estrellato.

 

es equivocarse

y aprender a deletrear

la palabra ayuda

y que suene más como

“en realidad solo quiero un abrazo”

porque es la única vacuna

con ruta directa al ego

y a todo eso

que le teme a la vulnerabilidad

y al amor que viene

con animarse a serlo.

 

así que estoy considerando la posibilidad

de que la próxima vez

que el síndrome de corazón cansado

aparezca bajo mi puerta de nuevo

le pida si me alcanza un té

y un libro, ya que está parado,

que ya no tengo paredes para él,

solo umbrales,

que ya no quiero pelearlo

o detestarlo por hacer temblar mis estructuras.

 

que se caigan,

gritamos,

que se hagan cenizas

y no pares hasta destruirlo todo,

que sobre el barro

he hecho mis mejores hechizos,

que de mis lágrimas

he hecho mis mejores remedios,

que de la muerte

he hecho la más bella vida.




Comentarios

Entradas populares